05 julio 2006

BENASQUE 1-2 de Julio 2006

JoXe, amigo bilbaino e integrante de La Vieja Tronca ha escrito esta crónica acerca del fin de semana vivido en Benasque.

Encontrándose a uno mismo y a su manera de entender el mtb.

A lo largo del devenir del tiempo y la vida uno hace cosas triviales, cosas rutinarias, cosas importantes, cosas de todo tipo, pero algunas son especiales. Esas cosas especiales pueden ser buenas o malas, desde tragedias como el fallecimiento de un ser querido hasta experiencias positivas en el plano sentimental, laboral, social o cómo no, también en el plano biker.

Lo que hace especiales estas cosas es el hecho de que marcan un antes y un después y aportan una pieza más a la forma de ver la vida de cada uno. En el mundo de la bicicleta de montaña probablemente hay tantas formas de ver este deporte como aficionados aunque creo que una sóla define su verdadera naturaleza y es lisa y llanamente el propio significado de su nombre “bicicleta de montaña”. No ciclismo, ni nada que tenga que ver con el ciclismo de carretera salvo el hecho de practicarse sobre un velocípedo. Puro montañismo en bicicleta rodeado de la inmensidad del paisaje en compañía de tus amigos.

Así es, a veces lo más evidente es lo más difícil y sin embargo al igual que un reportero busca las claves para su historia en el escenario mismo donde esta se desarrolla, así el encuentro con el mtb ha de hacerse en su medio natural: la montaña. La majestuosa montaña que en España hace generosa su presencia llegando en el Pirineo a su máximo exponente.
Así, cuando me enteré de que se preparaba una aventura en el Pirineo Aragonés sólo tuve que ver las fotografías de adelanto para comprender que esta era una cita inexcusable y que esta vez no la iba a dejar pasar la oportunidad como sucedió el año pasado.Y así sin darnos cuenta en una agradable tarde de Julio, gentes venidas desde diferentes puntos nos reunimos en un pequeño pueblecito rodeado de montañas para abordar una aventura más. No puedo negar que ante una empresa de esta naturaleza uno no puede evitar cierto respeto dado que pedalear en alta montaña subiendo a 2.000 metros no es tarea fácil. Aun así gracias al GPS, al diseño de la ruta y al enfoque anti-competición de los asistentes no le di demasiadas vueltas. Al fin y al cabo en caso de emergencia en forma de pájara o petación total era posible abortar misión sin estropear el plan a todo el grupo.

Tras la cena, los reencuentros y una agradable noche de viernes, reunidos en torno a una mesa bajo el firmamento plagado de estrellas, que en los Pirineos resplandecen de una manera especial. Y debajo también de las farolas que resplandecen de forma algo más prosaica pero imprescindible para ver donde deja uno la copa de Patxarán.

El Sábado amanece una mañana fresca y soleada, presagio del calor que nos va apretar durante la subida. Nervios por aquí y por allá, camel que me olvido, pastilla de freno que no frena, bici que termino de montar, pero casi a la hora prevista salimos todos rumbo a Chia con un pequeño singletrack para abrir boca.

Ya en las primeras rampas el calor es insoportable y la mezcla de colacao y zumo de naranja, que de naranja solo tiene el color, me llevan las pulsaciones a 170 mantenidas. Comandante Kirk el reactor principal se está calentando dijo Scotty, no podremos seguir mucho tiempo a este ritmo. Maldición contestó Kirk, debe aguantar, la misión depende de ello. Ponga el reactor en modo pulso gravedad Scotty, y si eso no funciona habrá que pasar a modo de impulsión globero in extremis al paso de la gallina pirenaica.

Dicho y hecho, las instrucciones de Kirk llevadas a la práctica surtieron efecto y así poco a poco y en la compañía inestimable del mayor Zolber pudimos subir reptando poco a poco por las laderas de la Sierra de Chia. En la zona intermedia el bosque de pinos sembraba una agradable sombra haciendo la subida más llevadera. La mano negra del lirón careto debió manipular el freno de Eras hasta dejarlo inutilizado lo cual de cara a la bajada era una auténtica puñeta aunque al final no sería para tanto y pudimos bajar todos juntos.

El cielo se fue cubriendo y las anunciadas tormentas se hacían realidad poco a poco. En la parte final de la subida unas gotas refrescaron el ambiente justo antes de la primera bajada del día, corta pero intensa. Nos pegamos un susto cuando uno de los Madrileños se pegó un revolcón sobre las rocas aunque no fue algo serio.

La parte final de la subida a ratos con Ricardo06 a ratos solo, se me hace interminable. Consulto el GPS para ver cuanto queda. Bien parece que no es mucho, aun así hasta llegar al refugio queda un trecho. Arriba están todos comiendo un bocata rodeados de unos paisajes impresionantes. Más o menos hemos tardado 5 horas en subir y ahora queda lo mejor, la bajada.

Aunque he esquivado a los calambres a base de moderar el ritmo me temo que la bajada la tendré que tomar con calma y la verdad sólo espero llegar entero. Pero tras el bocata probablemente por la acción de la emoción y la adrenalina, nada mas calzarme las protecciones y empezar a bajar me olvido del cansancio. Los primeros tramos son de pista con algún recorte por las praderas para calentar. La furia empieza a desatarse. Llegamos a una preciosa cascada donde nos paramos a fotografiar.

A partir de aquí empieza la verdadera razón de haber viajado hasta aquí: la bajada de 1000m. de desnivel por un singletrack que Karlos ha descubierto y que si hubiera cátedras en esto del mtb le habría valido para ganarse una.

El primer tramo es el más técnico, una pedrera con una fuerte pendiente que tomo a rueda de Tonifane. Seguramente yendo solo ni se me ocurriría bajar pero yendo en grupo siguiendo la trazada de Toni, la cosa es totalmente diferente. Solo se me ocurre una palabra para definir este tramo: furia, furia bajando contra las rocas. La banda es perfecta los instrumentos están afinados y la música comienza a sonar con toda la fuerza en mitad de los Pirineos en un concierto que echa abajo el auditorio. Singletrack, piedras, pendiente, la bici en regla y tus amigos bajando al límite entre las piedras. En ese momento toda la realidad se reduce al cono de visión que hay frente a ti en dos metros de anchura delante de tu rueda en una bajada que nunca has hecho y en la que todo está por descubrir, obligándote a tomar decisiones en milisegundos con la incógnita añadida de que quien te precede en la bajada cambia a su paso la posición de todas las rocas que toca. El contrapunto al mtb enlatado de los bikeparks donde todo es previsible y está controlado. Es la esencia misma de la bicicleta de montaña, el arkhe de los metafísicos presocráticos aplicado al mtb. El principio supremo que explica porqué hemos pedaleado cinco horas: para bajar, para bajar, para bajar.

Tonifane, Jipi y Fonso pronto se ponen en cabeza y les pierdo la rueda. De forma natural cada uno encuentra su posición en la bajada. En una de las paradas me coloco detrás de Krol, reanudamos la bajada. Krol baja como el mismísimo demonio, la sigo cerca de mis límites. A su paso, las rocas salen despedidas, bajo las ruedas de su Rocky Mountain, los escalones se suceden, incluso los pasos en curva en mitad de más rocas. La dificultar técnica supera ampliamente lo que encontramos en Vallnord. Las manos empiezan en llegar al límite para mantener la frenada.

Hacemos varias paradas para reagruparnos y descansar las manos. A estas alturas el cielo está cubierto de nubes tormentosas y el eco de los truenos resuena en el cielo. Vemos como los rayos caen al fondo, el ambiente es épico y así continuamos bajando sin que el camino nos dé un respiro con más piedras, escalones, ramas, troncos... Nadie ha sufrido caídas y finalmente llegamos abajo.

En esos momentos se percibe como flota en el ambiente esa sensación de plenitud y autorrealización de cuantos hemos viajado hasta allí. Esa sensación que te da el mountain bike después de haber conquistado una montaña subiendo por ti mismo y de haberla bajado por un sendero espectacular. Puro placer, felicidad y alegría de vivir. Pura energía positiva.

Ya en el albergue los más decididos se lanzan al famoso bucle que ha estado de actualidad todo el día mientras los demás nos refrescamos y hablamos de cosas de bikers.

La cena es frugal como el desayuno así que nos sentamos en la terraza de nuevo bajo las estrellas y las farolas para reponer azúcares con los patxaranes, y demás brebajes azucarados heladitos y otras zarandajas. Hasta sacan a pasear un chisme humeante que yo pensaba que era para asar la txistorra pero resulta que tiene fines terapéuticos y funciona con el carbón para el botafumeiro de las Hermanas Clarisas.

Y así cuando cierran el chiringuito nos vamos a dormir. A Richy el poder de cristo le obliga a cerrar el pico y todos no dormimos.

El Domingo amanece igual de soleado pero más fresco, algunos se marcharon el Sábado y otros deciden viajar el Domingo pero nos quedamos un grupete que hacemos la segunda ruta bastante más corta pero al igual que el Sábado con una bajada realmente lujuriosa repleta de curvas cerradas, escalones de roca y curvas trialeras. Otro singletrack para gozar a tope. También hubo bucle extra que hicieron los más decididos que andan preparando la transpirenaica; Eras, Krol Miguel Angel y Borja. A la llegada todos enteros nos fuimos a comer a Castejón y todos a casa excepto yo que teniendo 6 horas y media hasta Bilbao me quedo este noche para viajar el Lunes y aprovechar para hacer alguna foto del lugar.

Cuando me quedo sólo bajo la sombra de unos chopos sesteando a 35º, llevaderos gracias al vientecillo, mi cabeza sigue rugiendo. No es fácil parar después de un viaje como este. La cantidad de cosas que suceden en dos días, el verse frente a cinco horas de subida, obligándose a regular para no fracasar, la majestuosidad de los tresmiles rodeándonos, los paisajes, las dos increíbles bajadas totalmente nuevas, y todo eso en mitad de esa onda especial que se irradia cuando vas rodeado de buenos amigos donde cada uno entiende su papel sin que ningún guión se lo dicte, todo esto es la magia de la bicicleta de montaña, la razón por la que nos reunimos aquí y algo que deja huella en la vida. Un motivo de que en la vida por muchas putadas que haya que aguantar también hay cosas positivas reservadas a quienes sepan sintonizar la onda.

Para mi es un paso más en el convencimiento que tengo de que mi forma de ver el mtb, nuestra forma de verlo es “La forma de verlo” la que va implícita en su propia definición y la que lejos de las amarguras de la competición, del dolor, del sufrimiento, del riesgo extreme y de la filosofía de la bicicleta de carretera, nos acerca a lo que verdaderamente somos, montañeros con bicicleta, nómadas en busca de esa onda que al final de una ruta se llama felicidad.